«La perspectiva comparada, al poner de relieve la especificidad del caso francés y la complejidad y el dinamismo de algunas sociedades de Antiguo Régimen, obliga a revisar algunas de las premisas del modelo de desarrollo teórico dominante, construido ya hace algunas décadas, que más han influido en los contextos historiográficos específicos en los que se enmarcan nuestras investigaciones. Aunque, desde hace bastante tiempo, las tendencias historiográficas dominantes —léase modas—, han relegado a un segundo término los temas de historia social y económica, que habían dominado en la coyuntura de los años sesenta y setenta del siglo XX, ello no ha impedido que algunas ideas sobre las desamortizaciones y las revoluciones liberales se hayan ido repitiendo en numerosos manuales de historia y continuado funcionando como telón de fondo de muchas investigaciones de historia contemporánea. Es necesario volver a ellas y rediscutirlas hoy, a partir de algunas evidencias empíricas que las ponen seriamente en tela de juicio. Las formas como se llevaron a cabo los procesos de incautación de bienes eclesiásticos –incluyendo en estos bienes las rentas de una Iglesia que en muchas áreas estaba financiando operaciones “modernas” de crédito- por unos Estados a menudo fuertemente endeudados y necesitados de crédito, y su impacto sobre los ciudadanos, no pueden verse únicamente como un paso necesario hacia la modernidad.

La estructura de este libro quiere incitar a la formulación de nuevas preguntas sobre dichos procesos. La primera parte trata sobre el carácter de la riqueza eclesiástica y sobre el papel de esta riqueza en las sociedades de Antiguo Régimen desde una perspectiva abierta, es decir, desde una óptica capaz de admitir nuevas hipótesis de trabajo, no sólo sobre la riqueza eclesiástica, sino también sobre las sociedades de Antiguo Régimen.

La segunda parte del libro trata sobre la obra legislativa desamortizadora en Francia, España y Perú y sobre la necesidad de situar dicha obra en el contexto específico de los diferentes procesos revolucionarios. A pesar de que la Iglesia Católica había representado un importante poder económico en los tres países, es claro que la abolición de los derechos señoriales se hizo de manera diferente en Francia, en España y en América Latina, y que este hecho condicionó el proceso de desamortización eclesiástica. Si en la primera parte se indica que la riqueza eclesiástica no se hallaba constituida sólo por fincas, sino por fincas y capitales que proporcionaban rentas líquidas, la forma radical como desaparecieron estas rentas en Francia constituye seguramente uno de los hechos diferenciales de la revolución francesa en relación con otros procesos revolucionarios.

Por último, los trabajos reunidos en la tercera parte pretenden ilustrar la necesidad de confrontar las leyes y los discursos sobre la desamortización con la evolución real de las sociedades afectadas por aquellas medidas, en particular con la evolución real de los mercados de tierra, en Francia, y la evolución real de las rentas y capitales de origen eclesiástico, en el resto de países. No podíamos pasar por alto los aportes historiográficos realizados durante los últimos años por los estudiosos de los mercados de tierra y del crédito, que tanto han contribuido a cambiar algunos estereotipos sobre las sociedades de Antiguo Régimen.

Vemos, pues, que en distintos países, una visión más abierta y dinámica de las sociedades de Antiguo Régimen —en la que la existencia de “manos muertas” no signifique necesariamente la inexistencia de importantes, y a veces dinámicos, mercados de tierra y de dinero—, una visión menos lineal y menos estatista del desarrollo histórico —en la que la construcción de un nuevo Estado garante de derechos de propiedad no signifique necesariamente el fin de la propiedad compartida y de los derechos feudales, sino que pueda significar todo lo contrario—, y en la que el contenido de las leyes no determine la realidad de los hechos ni las reacciones de los ciudadanos, se han revelado sumamente útiles e imprescindibles para observar algunas facetas de los procesos de desamortización eclesiástica y de las llamadas revoluciones liberales, las que apenas habían sido tenidas en cuenta por sus estudiosos y que nos ha parecido especialmente interesante recordar aquí. No para avivar un viejo debate sobre el carácter positivo o negativo de las medidas desamortizadoras, sino más bien para empezar a salir de un esquema de evolución histórica lineal —prefabricado— que nos ha impedido muchas veces formular las preguntas adecuadas para contextualizarlas, analizarlas y comprenderlas. Los elementos que han sido destacados en esta breve introducción, desde la perspectiva de historia comparada que inspiró la celebración del Encuentro que ha dado lugar a este libro, quieren apuntar en esta dirección».

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